DESOBEDIENCIA Y AGRESIVIDAD
DESOBEDIENCIA
El niño se niega a hacer aquello que se le pide.
Hace aquello que se le indica que no haga.
Cuando se salta una regla establecida.
Son conductas que tienden a desaparecer por sí mismas con la edad.
2 años y medio: crisis de la terquedad. El afán de independencia se expresa sobre todo en el deseo de oponer su voluntad a la del adulto.
Si se reacciona con irritación a su terquedad, el niño aprende que su "terquedad es un medio para encolerizarlos o para conseguir lo que desea.
Esta crisis de oposición durará de 6 a 8 meses y es una etapa necesaria en su desarrollo.
AGRESIVIDAD
Conductas específicas como: destructividad, combatividad, crueldad, irritabilidad, desafío de la autoridad, irresponsabilidad, necesidad de llamar la atención, bajos niveles de sentimiento de culpabilidad. (Pegar patadas o empujones, dar pellizcos o golpes, proferir insultos, burlas o amenazas...).
Empiezan a disminuir hacia los cuatro-cinco años.
Cuando hablamos de que un niño es agresivo tenemos que delimitar claramente los parámetros de frecuencia, intensidad (gravedad o magnitud de sus consecuencias), adecuación y amplitud.
Las manifestaciones agresivas son un rasgo normal en la infancia, y el nivel máximo se da alrededor de los dos-tres años.
Intervención modificadora en los problemas de agresividad y desobediencia
Adoptar una actitud tranquila y serena.
Objetivo de la intervención: fomentar el aprendizaje de comportamientos adecuados (conductas de cooperación, de juego participativo, seguir instrucciones, etc.) y, en segundo lugar, lograr el descenso de la frecuencia de aparición de las conductas alteradas (agresiones verbales y físicas, llantos, gritos, berrinches).
Estrategia del elogio y retiro de atención. Reforzar las conductas positivas y extinguir las negativas.
U tilización de la atención, la alabanza, el elogio hacia las conductas adaptativas del niño, e ignorando las conductas-problema no demasiado graves y utilizando instrucciones concretas y precisas cuando es imposible pasar por alto una conducta disruptiva.
Se presta demasiada atención a sus conductas desadaptativas (gritar, llorar, insultar, romper un objeto de su hermano, quitar algún juguete, etc.) con comentarios sobre su conducta, reprimendas, llamadas de atención, amenazas de castigos; siendo muy poco frecuentes las referencias positivas hacia su conducta. Esta atención diferenciada que prestan los padres actúa como reforzador manteniendo la conducta problema.
La extinción. Eliminar la atención que actúa como refuerzo positivo, provocará que el niño se dé cuenta de que comportándose de este modo ya no obtiene recompensa de la atención por parte de los adultos, por lo que cabe esperar que de forma gradual deje de emitir dichas conductas.
Al aplicar la extinción es importante tener en cuenta:
Hay que identificar todos los reforzadores que mantienen la conducta que se desea eliminar.
No prestar atención a la conducta-problema supone no mantener ningún tipo de contacto verbal o visual con él. En muchos casos se debe dejar solo al niño en la habitación como método de extinción y volver cuando deje de llorar o gritar. Se debe aplicar la extinción durante un tiempo suficiente; la reducción de la frecuencia de la conducta problema será paulatina.
Se debe esperar que en los primeros días se produzca un incremento de la conducta-p en frecuencia, intensidad o duración. (por ejemplo, las pataletas pueden ser más violentas) . Si los padres se dan por vencidos, empeoran las cosas.
Puede provocar otras respuestas negativas en el niño: prueba otros modos de llamar la atención y hará una prueba para ver qué es lo que funciona ahora.
Hay que ser constantes ante todas las ocasiones en que surge la conducta-problema.
No debe emplearse en aquellas conductas que puedan suponer un daño físico para el niño o para otros.
Una vez extinguida una conducta no deseada puede volver a presentarse. Se debe volver a aplicar la extinción.
Resulta muy adecuado combinar la extinción de la conducta desadaptativa con el reforzamiento positivo de una conducta alternativa deseable.
Estrategia del reforzamiento positivo:
Evento agradable que se introduce tras la ejecución de una conducta, aumentando su frecuencia.
Tipos:
Reforzadores sociales: elogios, alabanzas, felicitaciones, expresiones de ánimo; expresiones faciales; contactos físicos...
Reforzadores materiales: Productos consumibles; discos, balones, juguetes; cosas que tengan valor gratificante para el niño.
Reforzadores de actividad: Ver la televisión, jugar con su padre, ver un cuento, pasar un rato con sus primos...
Coste de respuesta: Por ej.: pérdida de tiempo de recreo, no dejar ver el programa preferido...
Debe aplicarse siempre que se produzca la conducta no deseada de forma inmediata, sin "sermones" y con pocas, pero claras explicaciones, pensando muy bien el tiempo que se va a retirar el acontecimiento agradable (refuerzo positivo) para no cambiar después de idea.
Tiempo fuera: También conocido como aislamiento social.
El lugar de aislamiento no debe ser atractivo para el niño ni debe estar muy alejado.
Una variante de esta técnica es estar varios minutos sin poder abandonar la silla.
La duración del tiempo fuera debe ser relativamente breve; entre cinco y veinte minutos. Una regla orientadora " un minuto por año del niño".
Evitar cualquier reforzamiento a la ida, a la vuelta y durante la estancia en el área de tiempo fuera.
Hay que reforzar positivamente conductas alternativas adecuadas.
Estrategia del rol asignado: Reforzar conductas positivas antes incluso que estas se den. Se verbalizan expectativas sobre la conducta del niño en presencia de éste (pero aparentando que creemos que no nos escucha) sobre su capacidad para emitir una conducta determinada.
Sustentarla en una conducta real emitida por el niño, si bien se exagera su frecuencia.
Aplicarla a conductas concretas, claramente definidas (ha jugado con su hermano sin discutir, ha ido a dormir sin quejarse...).